Para contestar las interrogantes ¿Cuál es la religiosidad de la población del cantón Mira? ¿Cuál es el fundamento de su espiritualidad? ¿En qué se basa su positivismo y ese apego al cultivo de las virtudes teologales? (fe, caridad y esperanza), podríamos encontrar algunas respuestas, unas de carácter geográfico, otras de carácter sociológico y otras de carácter histórico, apoyando al carácter religioso, pero todas ellas coincidirán en que existe una profunda religiosidad en todos los habitantes del cantón Mira.
Queremos aportar dando una explicación personal sobre este mágico y maravilloso resultado, puesto que en las visitas que la sagrada imagen de la Virgen de la Caridad (Patrona del Carchi) realiza en las ciudades en las que sus devotos están radicados, es notorio percibir una devoción y una fe inmensa e indescriptible.
Las organizaciones sociales disponen de un cabildo para ejercer dentro de un estado de derecho, los principios generales del buen gobierno, satisfacer las necesidades de la población, mediar entre los intereses internos y externos del cantón y canalizar las aspiraciones que, como entidad colectiva tenemos y tienen los pueblos que tienen derecho a la continuidad.
Este cabildo mireño en su memoria histórica es quizás en el periodo colonial, uno de los primeros en constituirse, beneficiado por su ubicación geográfica que facilitaba el asentamiento de autoridades, servia de tambo en las rutas o vías de comunicación de norte a sur y también hacia la costa y el oriente ecuatoriano. El gobierno local de Mira dispuso desde el inicio de todo lo que simbólicamente representa el poder, entre otros disponía de iglesia, de plaza y de escuela, exigencias de aquellos tiempos para existir como pueblo con cabildo. Si a ello le agregamos que como grupo social ya era identificado como “Chontahuasi” casa de chonta, casa fuerte o casa real según como se le quiera interpretar. La verdad histórica sugiere la interpretación de este nombre porque nunca fue conquistada o nunca fue vencida.
La población del Cantón Mira, no sólo que se caracteriza por su singularidad, particularidad y unicidad, sino que ella es propietaria de una historia propia en todos y cada uno de los procesos que han tenido lugar en el Ecuador, como Estado y como nación, no fueron solamente espectadores, sino actores y su escenario fue gravitante en el desarrollo de las gestas provinciales y nacionales. Los hombres y mujeres en cada generación continúan brindando valiosos aportes de fe, arte, profesionalismo y creatividad. Y en este ámbito el apoyo de las instituciones fue y es de especial importancia para alcanzar la presencia preponderante de sus fieles. Porque ellas acrecientan el espíritu de superación mediante el camino que proporciona la religiosidad.
Desde el inicio de la historia en sus primeros asentamientos, ya estuvo organizado en comarcas, es decir, en tierras delimitadas, a saber, Chontahuasi, Quil, Chiltazon, El Hato. Etc. con los españoles aparece la hacienda como forma de organización social y de control económico, así tenemos las haciendas de: Pueblo Viejo, Pisquer, Huaquer, Piquer, Puermal, El Hato, Santa Ana, La Portada etc. Administradas inicialmente por la orden de los jesuitas y luego al ser expulsados, sus propiedades pasaron a otras órdenes religiosas y a otros ciudadanos.
De lo que se esta mencionando ha sido y es tratado por distinguidos investigadores y especialistas en ciencias y disciplinas sociales, que avalan y a la vez incentivan para que se continúe investigando, porque no todo ha salido a la luz y en muchas de las ocasiones se tiene versiones parciales.
Los primeros habitantes, al igual que hoy, deben haberse sobrecogido por la ubicación privilegiada de observación, como un sin igual balcón que permite observar la creación de Dios, se puede ver volcanes, valles, ríos, es decir toda la hoya de Imbabura y el comienzo de la gran Provincia del Carchi. Observar la naturaleza con todas sus bellezas, predispuso para que este sea siempre un pueblo alegre y generoso, naciendo así la simiente de su religiosidad y espiritualidad.
Debieron darse cuenta también que el Río Chota y sus afluentes es una muralla infranqueable, cuando los cuzqueños intentaron llegar al territorio de los pastos y quillasingas, fueron rechazados y su espíritu de libertad debió consolidarse, volviéndose entonces más agradecido con Dios y con la naturaleza, ya que como dice san Agustín sólo al fuerte y poderoso se le permite ser generoso y creyente. Los jesuitas deciden desarrollar un emporio de producción, en las cuencas del Chota, ya que se podían cultivar en todos los pisos climáticos desde el Cerro Iguán hasta las playas del Río Chota. Ellos conciben las acequias o los canales de riego para disponer de agua para intensificar los cultivos, especialmente en las partes bajas, también desarrollan los primeros talleres de artes y oficios, se construyen las primeras iglesias, la evangelización y alfabetización fueron siempre de la mano.